El techo de cristal o glass ceiling es una metáfora que fue creada por Marilyn Loden en los años 80´s en Estados Unidos para exponer las limitaciones a las que se enfrentaba una mujer cuando deseaba ascender a posiciones de liderazgo en una organización. Después de 40 años sigue estando vigente para expresar lo mismo, pero en medios modernos como son las redes sociales, en las que aparece ya sea para felicitar a aquella que venció los obstáculos y fue promovida a un puesto directivo o para interpretar los indicadores sobre las diferencias en las oportunidades de desarrollo o en la compensación, por ejemplo.
En México solamente el 14.6% de los cargos directivos (CIMAD-IPADE) están ocupados por mujeres, no por falta de capacidad o de competencias. La causa está determinada por diversos factores, entre ellos, el sociocultural que sigue a la fecha dejando profundas marcas en la sociedad debido a la asignación de roles femeninos y masculinos basados en valores tradicionales que sitúan a la mujer en un papel de apoyo a otros y al hombre en el de liderazgo.
No existen normas explícitas que frenen a las que quieren escalar la estructura empresarial por consiguiente es difícil detectar una barrera que no es perceptible y sin embargo es alimentada por todos día a día con los comportamientos clásicos de género, afectando a una gran cantidad de mujeres en su autoestima al grado de dudar de su capacidad, exigirse un perfeccionismo extenuante, culparse, enojarse o recluirse en la pasividad.
Los techos de cristal no son externos únicamente, los hay internos; éstos se refieren a los mandatos discriminatorios que no todas las mujeres, pero sí un buen número de ellas han internalizado de su medio ambiente y manifiestan en comportamientos dirigidos a auto-coartar cualquier oportunidad que no cumpla con los mandatos interiorizados, contribuyendo así a que los techos externos se perpetúen.
Los techos internos son fuerzas restrictivas e inhibitorias más poderosas que los techos externos porque se graban en la memoria de la psique, memoria con la que actuamos de manera habitual, sin necesidad de pensar, por lo que el darse cuenta de la repetición de patrones disfuncionales es difícil sumado a la tendencia de atribuir todo lo negativo a lo externo que si bien puede ser restrictivo como ya lo hemos comentado, no constituye el 100% de los límites que nos detienen.
Si quieres alcanzar tus sueños, cualesquiera que éstos sean, te recomendamos preguntarte cómo te percibes a ti misma, ¿Cómo una persona valiosa, competente y merecedora de oportunidades y logros, o como una persona que se ha conformado inconscientemente a lo que le dicta la parte punitiva de su interior?
El reflexionar sobre las metas que tienes o si no las tienes, planteártelas, analizar con qué preparación académica y experiencia cuentas, lo que has aportado en las empresas más allá del mero cumplimiento de tus responsabilidades, te dirá mucho acerca de quién eres, lo que puedes lograr por tus cualidades como persona y tus competencias. Toda esta información que se resume en tus fortalezas es tu equipo para navegar a través de los techos externos con mayores probabilidades de quebrarlos.
Cuando tomas conciencia de tus fortalezas y te apropias de ellas, esto es, las reconoces como tuyas, tu autoestima cambia, se vuelve elevada y sana, te sientes merecedora del éxito; es entonces cuando eres capaz de encauzar tu energía asertivamente, es decir de manera congruente entre tus acciones y tus metas.
¡Difícil sí, pero no imposible!
María de Lourdes Hauss
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